Fue diseñado por Sam Crocker y construido en 1938 por los astilleros Simms Bros, en Dorchester, Masachusetts, para J.J. Storrow. Sam Crocker ha sido el responsable del diseño de algunos de los barcos clásicos más sobresalientes. Discípulo del conocido arquitecto naval John Alden ganó una envidiable reputación, desarrollando un estilo propio.
Entre todos sus diseños (191) destaca Mercury, siendo quizás uno de sus mejores proyectos, según Joel White, prestigioso diseñador de los barcos Clase W (espíritu de tradición).
El barco fue proyectado para navegar por aguas de Nueva Inglaterra y Bermudas. Durante sus primeros 30 años perteneció al mismo propietario, pasando luego por diferentes armadores que a lo largo del tiempo fueron moviendo el barco de un sitio a otro de la costa Este de Estados Unidos para finalmente cruzar el Atlántico hasta llegar a Inglaterra, donde pasó algunos años, para posteriormente navegar hasta las costas de España y finalmente llegar a Mallorca.
Jordi Cabau, armador del Mercury, afirma que fue en Pollensa donde vi por primera vez el Mercury, llevaba años buscando un barco clásico. Mercury estaba fuera del agua a punto de ser botado, al verlo quede cautivado con sus líneas, supe enseguida que este era el barco que tanto tiempo llevaba buscando, por lo que no dude en su compra, convirtiéndome así en su séptimo propietario. En aquel momento el barco había sido abanderado en España y rebautizado con el nombre de Dama Española, teniendo claro en devolverle lo antes posible su nombre original . Toda la información que he podido recabar sobre el Mercury ha sido bajo este nombre, con él fue construido y bajo este nombre seguirá navegando mientras yo sea su armador .
El casco del Mercury es doble, caoba en su parte externa sobre cedro en su parte interna, atornillado sobre cuadernas de roble americano. Los baos son de roble donde apoya la cubierta de teka de honduras . El mástil y la botavara son originales de Spruce. Trasladé el Mercury hasta Palma. Exteriormente el barco tenía buen aspecto pues más o menos había sido mantenido en cuanto a pintura y barnices. Los problemas más graves estaban en su parte interna, estructura e instalaciones. Busque un mestre d´aixa conociendo a Mateo Grimalt el cual iba ha ser el artesano que devolvería todo su esplendor al barco.
Izamos al Mercury del agua para su reparación. El mástil y la botavara fueron sacados del barco, todos los herrajes de bronce, candeleros, winches, cornamusas, ojos de buey, etc se desmontaron para ser pulidos y guardados.
Esta restauración ha sido posible en gran medida gracias al equipo que hemos formado, armador, mestres d’aixa y otros, creando un ambiente de trabajo formidable, para alcanzar una meta común. Quiero mencionar por su estima y entrega en el trabajo, aparte de Mateo, a Siso y Javier pues juntos hemos convivido todas las fases de la restauración.
Como anécdota diré que existe una leyenda , que dice que en todo barco que se construía antiguamente se colocaba una moneda de oro para darle suerte. Desde el inicio del trabajo y a medida que se fue desmontado, siempre se iba diciendo que estábamos llegando al final y no aparecía. Un día arreglando el mástil observe un objeto metálico del tamaño de una moneda situado a la altura de la primera cruceta, en el primer momento y por estar recubierto de capas de barniz, pensé que se trataba de una pequeña tapa metálica con la inscripción del fabricante del mástil, pero una vez rascada, pudimos comprobar, que se trataba de un sol de oro, moneda de la república del Perú . Juzguen ustedes mismos si la leyenda tiene razón o no en este caso.